Es un procedimiento intervencionista que consiste en la introducción de un tubo flexible; con una cámara en la punta del tubo, por los orificios de la nariz o boca para poder visualizar la vía aérea (faringe, laringe, tráquea y bronquios).
Las indicaciones van desde síntomas clínicos como tos persistente, disnea (falta de aire) y sibilantes (silbidos de pecho al respirar), hemoptisis (toser sangre), Disfonía (no tener la voz clara), Asma de comienzo súbito, enfermedades de los vasos que presionan estructuras de la vía aérea como la tráquea, enfermedades neurológicas que comprometen el diafragma.
También se usa en alteraciones radiológicas de alta sospecha, investigar muestras de esputo positiva de malignidad o con sospecha, definir estadios de carcinoma broncogénico, sospecha de comunicación del esófago con la tráquea, lo que llamamos fistula, tras traumatismos de cualquier índole, ver vía aérea en pacientes quemados, biopsias para estudio de infecciones y valoración de tratamiento en enfermedades cancerígenas.
Su aplicación está demostrada en aspiración de secreciones, extracción de cuerpos extraños, desobstrucción de vía aérea central por tumores en algunos casos, en intubaciones difíciles y confirmación de colocación de tubo endotraqueal.
Las ventajas son las de inserción fácil y bien tolerada con abordaje nasal u oral, las maniobras se realizan con gran precisión bajo continuo control visual. Se coloca la paciente acostado o sentado. Es de fácil introducción en bronquios de pequeño calibre y en lóbulos de difícil acceso como el superior. Como todo procedimiento intervencionista presenta complicaciones, asociadas también a la patología subyacente.
Dr. Víctor Gómez Ponce, cirujano torácico especializado en los procesos patológicos que afectan a toda la cavidad torácica.
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